Para compensar esta alta traición a su fe (o apostasía, que en la religión islámica se castiga con la muerte) Menem propició luego la construcción de una de las mezquitas más grandes de Sudamérica, la "Mezquita de Palermo", en cuya inauguración estuvo lado a lado con el príncipe saudita que lo financió.
A pesar de que el peronismo no existe como movimiento político coherente sino que es un rejunte emocional de resentimientos sociales y económicos varios, en general siempre ha estado más cerca del nazismo y del islamismo que de los Estados Unidos y la civilización occidental.
Incluso en su faceta "pro-occidental" los peronistas copian lo PEOR de Occidente: las mafias sindicales, el "verticalismo" (es decir, la estructura de obediencia fascista), y la corrupción en todos los niveles.
Es esencialmente antidemocrático; cuando han estado en la oposición, han tornado imposible la tarea de gobernar el país.
Este espíritu "verticalista", resentido y antioccidental es lo que le acerca tanto al islamismo.
A pesar de que el presidente actual, Kirchner, muy difícilmente puede ser catalogado de peronista real (es, con toda probabilidad, un izquierdista disfrazado de peronista) sin embargo comparte con ellos sus características esenciales: acumulación de poder, antiamericanismo, anticapitalismo, explotación del resentimiento social, antioccidentalismo, y para colmo de males, es aliado de Chávez, el rey de los islamizquis.
El espíritu peronista no ha desaparecido; sigue estando ahí, entre nosotros. Mirando las filmaciones de los episodios del 17 de Octubre, vemos que se trata de una nueva generación de jóvenes peronistas, tan fanáticos e irracionales como todos sus predecesores.
Es, como dicen los diarios de todo el mundo, un retroceso de Argentina a los años 70.
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